
El canon de medicina fue una autoridad de la medicina hasta el siglo XVIII.
Canon Medicae de Avicena
El Canon de medicina es una enciclopedia médica de 14 volúmenes escrita por el científico y médico musulmán persa Ibn Sina (Avicena) alrededor del año 1020. El libro se basaba en una combinación de su propia experiencia personal, de medicina islámica medieval, de los escritos de Galeno, Sushruta y Charaka, así como de la antigua medicina persa y árabe. 1 El Canon se considera uno de los libros más famosos de la historia de la medicina.
Conocido también como el Qanun, que significa 'ley' en árabe y persa, El canon de medicina fue una autoridad de la medicina hasta el siglo XVIII. Establece los principios de la medicina en Europa y en el mundo islámico y es una de las obras escritas más reputadas de Avicena. Los principios de medicina que describió en este libro hace diez siglos siguen siendo enseñados en la UCLA y en la Universidad de Yale entre otras como parte de la historia de la medicina. Entre otras cosas, el libro introduce la experimentación y la cuantificación sistemáticas en el estudio de lafisiología, y por el descubrimiento de las enfermedades contagiosas.
Anonimo
Avicena, o Ibn Siná (como fue llamado en persa), nació el 7 de agosto de 980 en Afshana, (provincia de Jorasán, Transoxsiana, actualmente en Uzbekistán), cerca de Bujará. Sus padres eran también musulmanes.
Al parecer fue precoz en su interés por las ciencias naturales y la medicina, tanto que a los catorce años estudiaba solo. Se le envió a estudiar cálculo con un mercader, Al-Natili. Tenía buena memoria y podía recitar todo el Corán.
Cuando su padre fue nombrado funcionario, lo acompañó a Bujará, entonces capital de los Samaníes y allí estudió los saberes de la época, tales como física, matemáticas, filosofía, lógica y el Corán. Se vio influido por un tratado de Al-Farabi que le permitió superar las dificultades que encontró en el estudio de la Metafísica de Aristóteles. Esta precocidad en los estudios también se reflejó en una precocidad en la carrera, pues a los dieciséis años ya dirigía a médicos famosos y a los diecisiete gozaba de fama como médico por salvar la vida del emir Nuh ibn Mansur.
Consiguió permiso para acceder a la biblioteca real, donde amplió sus conocimientos de matemáticas, música y astronomía. Al llegar a la mayoría de edad había estudiado todas las ciencias conocidas. Se convirtió en médico de la corte y consejero de temas científicos hasta la caída del reino samaní en 999.
En Hamadán, el emir buyida Shams ad-Dawla le eligió como ministro. Se impuso entonces un programa de trabajo agotador, dedicándose de día a la cosa pública y de noche a la ciencia. Trabajaba y dirigía la composición del Shifa y la del Canon médico. Contó con la ayuda de dos discípulos que se repartían la relectura de los folletos de las dos obras, siendo uno de ellos Al-Juzjani, su secretario y biógrafo.
A los veinte años, y por mediación de Abū Bakr al-Barjuy, escribió diez volúmenes llamados El tratado del resultante y del resultado y un estudio de las costumbres de la época conocido como La inocencia y el pecado. Con estos libros su fama como escritor, filósofo, médico y astrónomo se extendió por toda Persia, por donde se dedicó a viajar.
En 1021, la muerte del príncipe Shams al-Dawla y el comienzo del reinado de su hijo Sama' ad-Dawla cristalizaron las ambiciones y los rencores. Víctima de intrigas políticas Avicena fue a la cárcel. Disfrazado de derviche consiguió evadirse y huyó a Ispahán, al lado del emir kakuyida Ala ad-Dawla Muhammed.
Mausoleo de Avicena en Hamadán.
Con treinta y dos años inició su obra maestra, el celebérrimo Canon de medicina (traducida al latín por Gerardo de Cremona), que contiene la colección organizada de los conocimientos médicos y farmacéuticos de su época en cinco volúmenes.
Durante una expedición a Hamadán, en el actual Irán, el filósofo sufrió una crisis intestinal grave, que padecía desde hacía tiempo y que contrajo, según dijeron, por exceso de trabajo y de placer. Intentó curarse solo pero su remedio le fue fatal. Murió a los cincuenta y siete años en el mes de agosto de 1037, tras haber llevado una vida muy ajetreada y llena de vicisitudes, agotado por el exceso de trabajo.
Impacto[editar]
La obra de Avicena es de importancia capital, pues supone la presentación del pensamiento aristotélico ante los pensadores occidentales de la Edad Media. Sus obras se tradujeron al latín en el siglo XII, reforzando la doctrina aristotélica en Occidente aunque fuertemente influida por el pensamiento platónico.
Representación renacentista de Da Foligno, Venecia.
Avicena declaró haber leído en más de cuarenta ocasiones la Metafísica sin llegar a entenderla del todo, pues no expone el origen de las cosas como obra de un Creador bondadoso. Mezcló la doctrina aristotélica con el pensamiento neoplatónico, adaptando a su vez el resultado al mundo musulmán. Colocó a la Razón (manifestación objetiva de la voluntad del propio Dios) por encima de todo ser y explicó que con esto se nos llama a buscar la perfección.
También distinguió entre la esencia abstracta y el ente concreto que no exige existir, pero existe por la esencia. Además, el ente está compuesto por una parte necesaria (en este caso Alá, que existe siempre) y una parte de «lo posible» (el resto de los seres del mundo, que solo existen por una causa: la voluntad de Dios). Niega también la inmortalidad del alma como ente individual.
Curó una grave enfermedad al emir de Bujará, quien como recompensa le abrió las puertas de su gran biblioteca. Además de numerosas obras de medicina escribió también sobre filosofía, donde conjugaba la tradición aristotélica con elementos neoplatónicos.
Tuvo una gran influencia en pensadores posteriores de la talla de Tomás de Aquino, Buenaventura de Fidanza o Duns Escoto. También planteó mucho antes que Descartes un pensamiento similar al de este: el conocimiento indudable de la propia existencia.2
En muchos libros de filosofía se hermana su pensamiento con el del cordobés Averroes, pues suponen el acercamiento del islam (y del Cercano Oriente en general) a la filosofía griega.
Aunque muy proclive a la mística, trató el tema de modo objetivo. El ascetismo no le bastaba; creía que se debía buscar la iluminación como acto final de conocimiento. La iluminación se obtiene por medio de los ángeles que actúan como unión entre las esferas celestiales y la terrestre. Podemos por ello decir que Avicena abrió el camino a una nueva rama de la filosofía islámica, la Sabiduría de la iluminación o lumínica, la llamada Híkmat al-Ishraq (Metafísica de la Luz), inaugurada por su seguidor Suhrauardi.
Su Canon tuvo mucho éxito, eclipsando los trabajos anteriores de Al-Razi, Haly-Abbas, Abulcasis e incluso los posteriores de Ibn-Al-Nafis. Las cruzadas del siglo XII al siglo XVII trajeron de nuevo a Europa el Canon de la medicina, que influenció la práctica y la enseñanza de la medicina occidental.
La obra fue traducida en latín por Gerardo de Cremona entre 1150 y 1187, e impreso en hebreo en Milán en 1473, después en Venecia en 1527 y en Roma en 1593. Su influencia fue duradera y el Canon solo fue puesto en duda a partir del Renacimiento: Leonardo da Vinci rechazó la anatomía y Paracelso lo quemó. Fue el desarrollo de la ciencia europea lo que provocaría su obsolescencia, por ejemplo la descripción de la circulación de la sangre por William Harvey en 1628. Sin embargo esta obra marcó durante mucho tiempo el estudio de la medicina e incluso en 1909, se dio una clase sobre la medicina de Avicena en Bruselas.
Avicena se desmarca en los ámbitos de la oftalmología, de la gineco-obstetricia y de la psicología. Se detiene mucho en la descripción de los síntomas, describiendo todas las enfermedades catalogadas de la época, incluso aquellas que atañen a la psiquiatría.
Estatua en Ankara.
- Es el primero en distinguir la pleuresía, la mediastinitis y el absceso subfrénico.
- Describe las dos formas de parálisis faciales (central y periférica)
- Da la sintomatología del diabético.
- Sabe hacer el diagnóstico diferencial entre la estenosis del píloro y la úlcera de estómago.
- Describe diferentes variantes de ictericias.
- Da una descripción de la catarata, de la meningitis, etc.
- Presiente el papel de las ratas en la propagación de la peste.
- Indica que ciertas infecciones se transmiten por vía placentaria.
- Es el primero en preconizar tratamientos por lavativas rectales.
- Descubre que la sangre parte del corazón para ir a los pulmones, y volver, y expone con precisión el sistema de ventrículos y de válvula del corazón.
- Es el primero en describir correctamente la anatomía del ojo humano.
- Emite también la hipótesis según la cual el agua y la atmósfera contendrían minúsculos organismos vectores de algunas enfermedades infecciosas.
Puede ser considerado el inventor de la traqueotomía, cuyo manual operatorio sería precisado por el célebre cirujano árabe Abulcasis de Córdoba. En el Renacimiento se encontró información de una intervención semejante, llevada a cabo por el médico italiano Antonio Musa Brassavola.
Pero ante todo, Avicena se interesa por los medios de conservar la salud. Recomienda la práctica regular de deporte o la hidroterapia en medicina preventiva y curativa. Insiste en la importancia de las relaciones humanas en la conservación de una buena salud mental y somática.
La medicina de Avicena podría resumirse en la frase de introducción de Urdjuza Fi-Tib' (Poema de medicina): «La medicina es el arte de conservar la salud y eventualmente de curar la enfermedad ocurrida en el cuerpo».